El deceso de quien fuera Premio Cervantes 2003 y Premio Nacional de Chile 1992, era esperada por su familia y fue “recibida con calma” .
El poeta chileno Gonzalo Rojas, uno de los últimos surrealistas vivos, murió hoy a los 93 años, tras una agonía de dos meses provocada por un infarto cerebral.
“Tuvo una vida maravillosa, vivió en China, Cuba, Alemania”, evocó su hijo, que lleva el mismo nombre, al informar el deceso del vate, nacido el 20 de diciembre de 1917 en Lebu, puerto de indígenas mapuches.
La muerte de Rojas, Premio Cervantes 2003 y Premio Nacional de Chile 1992, era esperada por su familia y fue “recibida con calma”, expresó su hijo, que es psicólogo.
El gobierno, tras destacarlo como uno de los grandes poetas chilenos y latinoamericanos del siglo XX, decretó duelo nacional, en medio de prepativos para velarlo en el Museo de Bellas Artes.
“Junto con grandes poetas, como Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Nicanor Parra, hizo que Chile fuera conocido como el país de los poetas”, dijo el presidente Sebastián Piñera.
“Saludo a sus dos hijos, que los conozco bien, y les digo que se pueden sentir muy orgullosos de haber tenido un padre como él”, agregó el mandatario.
Por su parte, el titular de Educación, Joaquín Lavín, dijo que Chile perdió “un gran poeta y una gran persona”.
Rojas, quien creía que la poesía era un arte “entre el silencio y el todo”, fue miembro de una generación lírica que a su juicio forjó la identidad latinoamericana.
Admirador del nicaragüense Rubén Darío, impulsor del modernismo latinoamericano, reconoció influencias y equivalencias en autores como el peruano César Vallejo y el chileno Vicente Huidobro.
Con este último, fundador del creacionismo, lo acompañó toda la vida el mal recuerdo de una pelea que los distanció y en la cual él sintió que cargó con la culpa de la juventud y su impetuosidad.
Aunque no se consideraba totalmente surrealista, asumía que en su lucha artística había una necesidad por conjugar vanguardias y estéticas. “Las palabras nos las regalan los dioses”, dijo.
Autor tardío, su primer libro, “La miseria del hombre”, fue publicado en 1948, recibiendo malas reseñas en la prensa y el apoyo de los poetas.
“Me ha removido y, a trechos, me deja algo parecido al deslumbramiento de lo muy original, de lo realmente inédito”, expresó entonces la poetisa y Nobel de Literatura Gabriela Mistral.
Su segunda obra, “Contra la muerte”, arribó 16 años después, con una acogida mayor. “Sin presumir, puedo decir que situó mi nombre en América Latina”, recordó luego Rojas.
La consagración llegó en 1977 cuando irrumpe “Oscuro” en Caracas, ocasión en que el novelista mexicano Carlos Fuentes dijo que Rojas era parte ya del arco lírico latinoamericano junto a Darío, Leopoldo Lugones, Huidobro, Neruda, Vallejo y Octavio Paz.
A partir de entonces su creación se vuelve mucho más prolífica, aunque él mismo confesara que los poetas no escriben más de cinco versos decentes en su vida. “Transtierro”, “Del relámpago” y “El alumbrado” aparecen en esta etapa.
El 22 de febrero, cuando parecía mejorar de las secuelas de una neumonía, sufrió un accidente cerebrovascular, el cual lo mantuvo en estado crítico hasta hoy.
Viudo, sobrevivió a sus dos esposas. A la primera, María Mackenzie, la conoció en 1940 y a la segunda, Hilda May, la enamoró en 1959. Con ambas tuvo un hijo.
(Fuente El Comercio)
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