lunes, 21 de mayo de 2012

“El garabato es la génesis de mi arte”

Alessandro Botto. Joven artista peruano vino a Lima para exponer “Versus” en el Museo Pedro de Osma, en Barranco

Pedro Escribano/

Odiaba ir a la fábrica de metales de su padre. Pero sí le gusta el brillo, el color y las formas y doblados que se podían hacer con ellos. No sabía que años más tarde, ya convertido en pintor, estas formas y colores aparecerían en sus lienzos. Este joven artista se llama Alessandro Botto y actualmente expone la muestra “Versus” en la galería del Museo de Pedro de Osma en Barranco (en la cuadra 4 de la calle del mismo nombre).

Alesssandro Botto, que reside entre Nueva York y Londres, se ha hecho artista a pulso, por eso mismo, a gusto propio. No estudió arte ni nadie le enseñó a pintar. Se enfrentó solo al lienzo en blanco, es decir, pura pasión e intuición por el arte. Más bien estudió arquitectura, con maestría en diseño industrial, hecho que lo llevó a ser el artista que es hoy en día.
“Pensaba que era muy malo en dibujo, por eso llevé varios cursos, pero cuando dibujaba descubrí la libertad de plasmar ideas y conceptos abstractos en 2D. Hice un dibujo grande y me salió muy mal. Me propuse mejorar, hasta que logré. Me volví obsesivo por el dibujo. Dibujaba y dibujo todo el día, entonces renuncié a ser arquitecto, pero no a la arquitectura”, explica el artista.

Además de los metales, ¿de dónde vienen esos trazos en ondas y retorcimientos?

Vienen un poco del mundo oscuro interno (risas). No. Mira, yo hago mucho garabato. Siento que los garabatos tienen mucha información. Mira, yo trabajo así: hago un garabato X, encima pongo un papel transparente en el que se puede calcar y de los garabatos saco las formas. Así, el garabato es la génesis de mi arte. Es como una ciudadela en movimiento de donde saco estas formas e imágenes. En el caos del garabato trato de buscar esta belleza, esta armonía y movimiento. Es por eso que llamé a esta muestra “Versus”. Esta dualidad de encontrar belleza en el caos o, si no, de la belleza llegar al caos, distorsionar la belleza, para establecer una forma distinta de apreciación de la belleza. No me gusta la belleza formal, me gusta distorsionarla, me gusta jugar con ella.

Contrapones la figura humana con formas metálicas, duras?

Sí, me gusta esta dualidad. Fíjate, las caras de madera me gusta el hecho de que tiene atravesados pernos de metal. Eso me gusta mucho, por un lado la suavidad, y por otro lo metálico, lo duro. Yo crecí un poco rodeado de metales porque mi padre tenía una fábrica de metales. Siempre me gustó la fuerza del metal, del acero, de las vigas y varillas, cómo se voltean, se tuerce o retuerce y el brillo que tienen.

Ajá, ¿es otra génesis?

Ah, sí (risas), aunque yo odiaba ir a la fábrica.

Tienes un tríptico en que las rayas horizontales de las medias de la muchachas modelos se trastocan como código de barras y al mismo tiempo adquieren una velocidad, velocidad de los tiempos contemporáneos.

¿Cómo lo hiciste?

De casualidad. Pinté a las muchachas y las vi bonitas y eso a mí no me gustó y busqué desfigurarlas. Como yo uso muchos los términos jalar, distorsionar, voltear, cortar, hice eso, estiré y salieron así.

Con código barras y eso es muy contemporáneo.

Sí, ahora que me lo dices, recién me doy cuenta. Tienes razón. Ya no son las personas sino un número, que bueno, ¿no? Yo también creo en el azar creativo.

Fuente: La República

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