Ernesto Bazán, reconocido fotógrafo italiano, premio World Press Photo y otras distinciones está en Lima. Vivió en Cuba 14 años y publicó BazanCuba. Él mismo se considera como “poeta de lo cotidiano” y en la siguiente entrevista manifiesta su credo y su pasión por la fotografía.
Pedro Escribano/
Cuando toma una foto, ¿qué persigue? ¿El objeto o quiere poner allí lo que hay en usted?
Cuando estoy fotografiando, tiene que moverme algo por dentro. Yo en los últimos años sigo diciendo que, por fin, después de 35 años de fotografiar, estoy comenzando a fotografiar con mi ojo interno. Ese ojo conectado con mi alma y mi corazón. Obviamente desde el comienzo fue en parte así, pero a medida que pasa el tiempo, esa sintonía entre los dos –ojo interno y alma– se torna más profunda y me ayuda siempre a ver lo que me conmueve.
En los últimos diez años ha cambiado bastante. En los primeros 25 años de mi carrera, fotografiaba casi exclusivamente gente, la vida cotidiana. Estoy lejos de ser fotoperiodista. Me considero poeta de lo cotidiano, un perro callejero, que va sin meta precisa. Por ejemplo, acabamos de regresar de Iquitos, un lugar extraordinario porque es como ver cómo era la humanidad en cualquier parte del mundo hace 200 años. Una realidad muy cruda. Se siente lo que pudiera haber habido en Italia hace 200 años, los mercados, sus gentes.
¿Para usted va bien eso de que los fotógrafos son cazadores de imágenes?
Sí, en parte somos todos somos cazadores de imágenes, buitres, depende de cómo nos miren. Pero antes yo estaba interesado y veía solamente gente, ahora me interesa fotografiar hasta la basura, hasta una hoja muerta tirada en el suelo. Cualquier cosa. Eso lo aprendí gracias a la lección que aprendí a través de mi trabajo en Cuba, en color. En ese trabajo en color se refleja todo, pero no he hecho más cosas en color. Mi lealtad es al blanco y negro.
Fotografía gente, escenas cotidianas, ¿hay realismo?
Más que realismo, hay ficción.
¿Es fotografía antropológica?
Nunca ha sido mi interés. Yo fotografío lo que siento cerca de mí manera de ser.
¿Qué le sedujo de Cuba, la revolución?
(Risas)Todo menos eso. Yo digo siempre que mi relación con Cuba es una relación mística. Tiene que ver, en primer lugar, con el hecho de que fui a Cuba porque era parte de mi destino de que yo llegara allí y como me gusta pensar, siento que he vivido allí en otra vida. Pero también me hicieron abandonarla por trabajar mis talleres sobre Cuba.
¿Cuánto vale una buena cámara para una buena fotografía?
Una buena fotografía se hace con cualquier tipo de cámara. El asunto es uno. Mira, cuando estoy en Perú, y voy al Cusco, siento que a mi lado está Chambi, que es uno de mis fotógrafos favoritos. Nadie tiene que creerme, pero siento que Chambi está a mi lado, guiándome. Él sabe que yo no estoy repitiendo lo que él hizo, pero advierto que él me acompaña.
Dices forma y contenido, casi lo clásico del arte.
Sí, en las fotos debe haber un balance de contenido y forma porque últimamente vivimos en realidad súper superficial, como el mundo mediático que nos atormenta y bombardea con idioteces de telenovelas y falsas necesidades. Tenemos que luchar para que nuestra sensibilidad no sea destruido por ella. Hay que defendernos de la estupidez.
Fuente: La República
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