miércoles, 4 de julio de 2012

Mario Vargas Llosa teme que las pantallas reemplacen a los libros

San Lorenzo de El Escorial.EFE/

Mario Vargas Llosa cree que las nuevas tecnologías tienen aspectos “muy positivos”, pero ve con cierta preocupación que las pantallas puedan reemplazar a los libros si ello supone una banalización de los contenidos.

Vargas Llosa explicó que aún es pronto para saber cuál será la influencia de las nuevas tecnologías en el lenguaje, pues vivimos en una época de “frontera” en la que se van imponiendo poco a poco, si bien no hay perspectiva suficiente para saber su efecto en la vida cultural. Sin embargo, el premio Nobel reconoció que mira “con cierta preocupación” el hecho de que las pantallas vayan reemplazando a los libros, pues, aunque “muchos piensan que simplemente se trata de un cambio de soporte y que los contenidos no se van a ver afectados”, considera que “hay razones para dudar”.
Y es que el soporte “muchas veces tiene una cierta influencia sobre el contenido”, consideró Vargas Llosa, quien espera que esa influencia “no vaya en el sentido de banalizar demasiado los contenidos para hacerlos más asequibles” al mayor número de personas, como se ha visto con la televisión.

“Depende de nosotros que no ocurra. Si nosotros queremos preservar los contenidos de la cultura tenemos que operar sobre esta gran transformación que representan las nuevas tecnologías”, afirmó.

Sin embargo no dudó en subrayar los aspectos positivos de las tecnologías en la comunicación y la información. El escritor hizo ayer una breve visita por sorpresa a los cursos de verano que organiza la Universidad Complutense de Madrid en la localidad de San Lorenzo y que en su amplio programa está dedicando una semana al tema “Vargas Llosa y las mujeres”, patrocinado por la cátedra que lleva su nombre. “Mi relación con las mujeres es buena. Con las mujeres he tendido muy buena relación siempre”, dijo el escritor entre risas, al hilo del título del curso que profundiza y analiza los personajes femeninos de gran complejidad y belleza que habitan en sus obras.

Fuente: La República

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