martes, 10 de marzo de 2009

ESCRITOR Y PERIODISTA GUILLERMO THORNDIKE FALLECIÓ VÍCTIMA DE UN ATAQUE AL CORAZÓN

El escritor dejó de existir a los 69 años de edad, víctima de un ataque al corazón. Guillermo Thorndike fue protagonista de una de las épocas más importantes del periodismo peruano, la que dejó plasmada en una serie de libros.

El destacado hombre de letras nació en Lima en 1940. Fundador de varios diarios peruanos, como La República. En su faceta como escritor publicó el "Año de la barbarie", "El caso Banchero", "No mi general", "Avisa a los compañeros", "Las rayas del tigre", "El caballero de los mares", entre otros.

Hasta hace poco tuvo a cargo el área periodística del canal RBC y en septiembre del 2008 publicó "El rey de los tabloides", libro que retrata al periodista Raúl Villarán, hombre que llevó al diario "Última hora" a niveles de circulación impresionantes.

El año pasado concedió entrevistas a los medios por su publicación sobre Raúl Villarán y la vida de Miguel Grau. El diario Perú 21 publicó la siguiente entrevista realizada por José Gabriel Chueca

- Todos los periodistas de esa época se conocían, ¿no?
Cuando llegué al periodismo, me di cuenta de que había una especie de comunidad. Es que uno vivía 24 horas antes que los demás; entonces, era difícil relacionarse con esa sarta de atrasados. Los periódicos eran lugares de reunión, casi como peñas. Y, cuando había una noticia importante, el que tenía mejor caligrafía la escribía en un pizarrón que se descolgaba por la ventana. La gente iba al periódico para enterarse y conversar. Y si el periódico estaba amenazado, también expresaban su solidaridad.
-¿Los periodistas de antes eran terriblemente 'juergueros’?
Seamos sinceros: ¿eso ha cambiado? El límite humano es el mismo: tres pisco sour catedral. No entra más. Normalmente salíamos 11 o 12 de la noche. A esa hora, decía Villarán, ¿a dónde podemos ir? ¿A tomar té con las niñas bien? No, hay que ir a tomar un trago con las niñas mal. Eran las únicas despiertas.


Por su parte, en la Primera Jorge Coaguila escribe:

- En 1981 fue director fundador de La República y en 1985 de El Popular. ¿Qué recuerda de esa experiencia? ¿Por qué abandonó esos proyectos?
—Coincidí con Gustavo Mohme, quien era indeclinablemente socialista, pese a su extracción empresarial. Al mes de salir el periódico teníamos tal fracaso que los accionistas querían cerrarlo. Entonces salíamos a las 4 de la tarde. Pedí permiso para pasar a la mañana. Pero no querían. Empecé a «equivocarme». Salimos a las 11 de la mañana. Después vino la bendición: el mundial de España. Tuvimos que salir a las 7 de la mañana. Los canillas se iban a ver los partidos de fútbol a las 10. Tratar el caso del Loco Vicharra, que era una especie de Robin Hood limeño, favoreció también las ventas. Por otro lado, el editor de Espectáculos, Manolo Salerno, hizo unos casetes de propaganda con el contenido del diario y los difundió en una quincena de radios que transmitían en la madrugada. Desde las 4 de la mañana la gente era bombardeada con las noticias que se publicarían en La República. La circulación empezó a subir asombrosamente. Teníamos 15 mil en enero y a fines de marzo alcanzamos 180 mil ejemplares. Ningún periódico en el mundo ha tenido un despegue como el de La República. Llegó a vender 250 mil ejemplares con la historia de Uchuraccay. El Popular salió vendiendo más de 100 mil ejemplares. Ambos diarios sumaban el 37% del mercado de lectores de periódicos del país. ¿Por qué me fui? Alan García era presidente y era muy amigo mío. Creo que fue para mejor.
- En 1990 dirige el diario Página Libre, que levantó la figura del hasta entonces desconocido Alberto Fujimori...
—Nuestro primer titular fue: «Se cae el Fredemo». Le volteamos la escalerita. Todo el Fredemo pensó que éramos una especie de psicosocial. En Página Libre participó una generación brillante, como Enrique Sánchez Hernani, Jorge Pimentel, Enrique Verástegui, Jorge Frisancho, Tulio Mora, Carlos Sotomayor, Mañuco Scorza, Sergio Oquendo, uf..

Finalmente, tenemos el artículo de César Hildebrant que pretende ser honesto sobre la figura del periodista polémico y controversial , como lo fue Thorndike. "Ha muerto Guillermo Thorndike y en esta hora de hipocresías funerarias hemos tenido que escuchar esos elogios de velorio y esas penas casi obligatorias que acompañan a la florería de ocasión.Lo peor de una muerte son los discursos y la mayor parte de los discursos son la muerte. Pero en el caso de Thorndike los desmanes apologéticos y la tristeza profesional de algunos locutores suenan especialmente insufribles", empieza Hildebrandt.

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