Lo “chicha” no se traduce en una categoría limitante, cerrada a definiciones herméticas o aspectos específicos de la vida. En nuestro país, atraviesa gran parte de las manifestaciones culturales que rodean la época contemporánea, trascendiendo ese impulso originario que le dieron los sectores populares.
Bajo la curaduría de Alfredo Villar, la exposición “¡A mí qué chicha!”, en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), reúne imágenes que evocan al peruano emergente. El colectivo fotográfico Lima Foto Libre registra situaciones, carteles laborales, mujeres, hombres y niños en arduas faenas urbanas. El trabajo del colectivo nos orienta a pensar las relaciones entre la cotidianeidad y la supervivencia. Se trata también de un testimonio citadino, crónica del rol de la imagen en la rutina de los sectores más humildes.
Los pintores murales que forman parte de la muestra reivindican la presencia del arte callejero en la sala de exhibición. Este se apropia de los exteriores del Centro Cultural, intervenidos por el grafitero Jimbo y el colectivo Rutamadre, y reclaman la atención de los transeúntes. Se sigue así la lógica atrayente de comerciantes informales, convocándose a recorrer la muestra al interior del recinto.
Las pinturas de Valverde nos alejan de la amalgama de colores chirriantes sostenida como único referente “chicha”, poniendo en primer plano momentos ínfimos, perdidos en el olvido del arenal, como expresa el cuadro de un escuálido perro que lleva la bolsa de Plaza Vea en el hocico.
La iconografía popular es otro aspecto interesante en la muestra. A través de ilustraciones pictóricas de personajes como Chacalón o los Shapis, se proyecta un relato documental, que pretende transmitir el germen y evolución de una corriente de representación. En estas pinturas, la formación académica se ve opacada, poco importa la prolijidad de la técnica, se tratan de formas de expresión artística que rebasan el oficialismo.
Las pinturas actúan en consonancia a fotografías del pasado, también dispuestas en las paredes del espacio. Últimas décadas del siglo XX, la juventud de Susy Díaz y celebraciones en sectores marginales, todo constituye la atmósfera de las escenas retratadas. En las fotografías familiares, el ámbito privado se eleva como correlato del imaginario cultural.
“¡A mí qué chicha! (más que un arte una lucha)” guarda una carga histórica, transmitiendo el cómo las voces de los márgenes buscan solidificarse en identidades, logrando construirse sobre múltiples discursos visuales en el caos de la precariedad.
El miércoles 28 de febrero se presentará el catálogo y se proyectará un documental de la exposición por el curador, quien estará acompañado por el crítico de arte Jorge Villacorta y el realizador Mario Acha.
EL DATO.
La exposición está abierta al público de martes a domingo en el horario de 12 a.m. a 10 p.m. hasta el 10 de marzo.
Fuente: Diario 16
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